miércoles, 25 de abril de 2007

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Miércoles, 25 de Abril de 2007

Nota Completa

2.- SIN PROBLEMA. Los daños a la zona arqueológica El Cóporo, provocados por la puesta en marcha de proyectos productivos autorizados por las autoridades municipales de Ocampo, desvelan la ineficiencia del INAH para cumplir con su responsabilidad de preservar los sitios de interés histórico en Guanajuato.

Pero no sólo eso: bastó con que la destrucción se conociera públicamente para que en la dependencia de inmediato se minimizara el problema. Un intento de esconder los descuidos de sus funcionarios, que además terminó en revelar la poca importancia que ahí se le dan a estos asuntos.

Carlos Alberto Torreblanca Padilla, coordinador de rescate y preservación de El Cóporo, por parte del INAH, dijo que "aparecieron los vestigios, a un lado del cerro, que está considerada dentro de los linderos" de la zona y que los daños ocurrieron en "abril de 2006".

"Hubo afectación al patrimonio pero inconciente".

En tanto, la delegada Guillermina Gutiérrez Lara, de plano rechazó los daños y acusó que la información de los medios está "descontextualizada": "Debo decir que eso pasó desde diciembre, en su momento el equipo de El Cóporo lo atendió… la osamenta que en algún momento se afectó, se integró al proyecto y se está estudiando".

Y remató: "A mí me extraña que esté saliendo apenas la nota".

Bueno, no le debería extrañar tanto, pues si se informara a tiempo del estado que guardan las zonas arqueológicas, si se diera cuenta del avance del rescate y conservación de los monumentos históricos, y si se hiciera lo necesario para que no se destruya el patrimonio, entonces no tendría que hacer malabares discursivos ni contradecir a plena luz del día a sus colaboradores.

Pero resulta que el tema sobre el que lanza su indignación es la supuesta falta de oportunidad de la prensa para dar a conocer los hechos. Como si pretendiera que los tropiezos del INAH en el cumplimiento de sus responsabilidades se dejaran para mejor ocasión y ocultos tras los reproches a otros, en una actitud de arrogancia propia de quienes se creen infalibles.

Lo ocurrido en El Cóporo, además, constituye violaciones comprobadas -y aceptadas por Gutiérrez Lara al reconocer la destrucción- a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos.

Motivo de denuncias formales por parte de ciudadanos a quienes el INAH nunca les ha respondido.

Pero el asunto tiene otras aristas a las que la delegada también ha prestado poca atención. Por ejemplo, el uso que se le ha dado a los recursos federales, estatales y municipales para el rescate de la zona (en 2005 más de dos millones de pesos), y la contratación leonina de trabajadores que no cuentan con ninguna prestación social.

Todo eso es lo que debería explicar la funcionaria, antes de tratar de ocultar las omisiones en el trabajo tras la fachada de la indignación.

3.- EL DIPUTADO ESTRELLA. El diputado panista de San Miguel de Allende, Martín Stefanonni Mazzocco, es todo un personaje. De su trabajo en el Palacio Legislativo de San Lázaro nada se sabe.

A cambio, suele ofrecer al público nacional e internacional todo un compendio de sus peores poses.

Antes, cuando legislador local, llamó la atención por sus diatribas contra las madres solteras. Porque, en su muy particular manera de entender los asuntos relacionados a la seguridad pública, son ellas las responsables de la delincuencia.

Declaraciones que le dieron resonancia en todo el país.

Pero ahora ya no se conforma con los escenarios nacionales. Del 12 al 14 de abril pasado se presentó, acompañado por una misión de diputados federales de la Comisión de Asuntos Hidráulicos, al evento Agua y Juventud, promovido por organizaciones de más de 49 países y la UNESCO, en el que se trataron alternativas para el uso racional del agua en el mundo y promover una gestión integrada de las cuencas en los países.

Certero que es, no encontró mejor forma de exponer sus conocimientos sobre el tema que presumir la autoría de la declaratoria como Reserva de la Biosfera de la Sierra Gorda guanajuatense, firmada hace unos meses por el presidente Felipe Calderón.

Llamó tanto la atención, que no se amilanó. Ignorante de que había sido descubierto por quienes le conocían y dieron cuenta de sus antecedentes, Martín Stefanonni dijo ser el ideólogo e impulsor del programa Proarbol, puesto en marcha por Calderón en febrero, con el que se pretende reforestar este año 500 mil hectáreas en todo el país.

Ha de estar muy feliz pues, aunque a base de mentiras, tuvo su momento de gloria. Cuentan que al menos tuvo la prudencia de no registrarse en el foro como mexicano, sino como argentino.

Acaso, aseguran también, para no dar pena ajena.

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