lunes, 8 de enero de 2007

De la hemeroteca

Excélsior, El Búho No. 213, 8 de octubre de 1989, pág. 2.

En México con Federico Sescosse:

Soy el único superviviente del naufragio

Francisco Vidargas

Zacatecas ha tenido una importancia especial en la vida política, económica, artística y social de México. Con un clima artístico favorable se motivó la creación de grandes obras que son no sólo orgullo de los zacatecanos, sino de todo el país. Este gran acervo patrimonial encontró en don Federico Sescosse a su promotor y protector. En visita a la ciudad de México, don Federico habló generosamente para los lectores de El Búho.

-Tiene usted un prestigio único en cuanto a la protección y el rescate del patrimonio cultural de Zacatecas. ¿A qué se debe y cómo es posible que su ciudad, al paso del tiempo, haya podido conservar intacto gran parte de ese patrimonio?

-Refiriéndome a lo que dijo usted en primer lugar, debo decirle que eso se debe a que soy el único viejo que sobrevive a la especie de los que fuimos iniciadores de la conservación de monumentos: ellos eran Manuel Toussaint, Francisco de la Maza, Justino Fernández, Rafael García Granados y Manuel Romero de Terreros, todos desaparecidos. Yo soy el único superviviente del naufragio, de modo que por eso tengo una visión panorámica que muchos no tienen. Por lo que respecta a lo segundo, es fácil entender la situación actual de Zacatecas, puesto que se deriva de una serie de factores muy favorables que se acumularon uno sobre otro.

Zacatecas fue una ciudad importante, con una gran vitalidad hasta antes de la Revolución; fue de hecho la ciudad más importante de México después de la capital, gracias a la gran cantidad de plata que salía de sus minas y eso hizo que la población tuviera la facilidad de que muchos ricos costearan residencias monumentales. Eso es lo que heredamos y después llegó la Revolución, cuando todo se conservaba más o menos, aunque ya se había sufrido una transformación benéfica a fines del siglo XIX y principios del XX. Muchas casitas de tipo popular, de valor simplemente ambiental, se había convertido en residencias importantes con fachadas de cantera, patios muy elaborados y que albergaban grandes riquezas que desaparecieron después por que la gente se vino a la capital.

La llegada de Francisco Villa para presidir la famosa batalla de 1914, convirtió a la ciudad en un pueblito de 12 mil habitantes sin agua, sin autoridades, con las epidemias de tifo encima y con el hambre. Eso mató casi a la población, la dejó punto menos que muerta y de esa situación tardó mucho tiempo en recuperarse. Tuvo un ligero periodo de mejoría por los años 1946 a 1950, durante el tiempo que fue gobernador Leobardo Reynoso, pero luego volvió a caer hasta que llegó el ingeniero Rodríguez Elías, quien inició la serie de buenos gobernantes que hemos tenido la suerte de recibir, y que han sido sensibles al interés de la protección de los monumentos.

En esa época los interesados en la salvaguarda de Zacatecas nos encontramos con una ciudad pequeña, de 25 mil habitantes, con grandes “humos” pero que era apenas un pueblo, y que conservaba casi todos sus tesoros artísticos y arquitectónicos, además de los bibliográficos casi intocados, porque la gente no tenía dinero desde la Revolución hasta esa fecha, ni para construir ni para destruir. Esto hizo que la ciudad se conservara. Junto con el recientemente fallecido escritor Eugenio del Hoyo y con el padre del actual gobernador, don Genaro Borrego, tuvimos las fuerzas necesarias para demoler e integrar tres o cuatro construcciones modernas que chocaban y eran verdaderos lunares abominables en el contexto uniforme de la ciudad. Nos dimos a la tarea de eliminar esos adefesios que nos habían legado, de los que todavía quedan dos o tres, porque como eran obras anteriores a la ley que se promovió en 1965, pudimos terminar ese trabajo.

Al mismo tiempo las fuerzas económicas de la ciudad no eran tan poderosas, ni tan aprehensivas como para impedirnos lo que entonces iniciamos y que se llamó la campaña de “despepsicocacolización”. También iniciamos otra campaña de reunificación del estilo general de la ciudad en materia edilicia. Ahí empezó a funcionar la ley local que tenemos y que tuvo el año pasado reformas necesarias. Todo esto es lo que ha hecho posible que Zacatecas se conserve y se mejore. Por otra parte, el interés de los habitantes ayudó en su momento y ahora la afluencia turística ha venido a sumarse a los esfuerzos. Pero lo fundamental, creo yo, ha sido el apoyo que hemos tenido de los gobernantes. En un estado como el nuestro, la voluntad del gobernante es tan incisiva que inclina la balanza de un lado para el otro con la mayor facilidad.

-Entonces los zacatecanos están conscientes del valor patrimonial que representa su ciudad.

-Mire usted, ahora tenemos un gran problema: la ciudad ha crecido de 25 mil a 250 mil habitantes y llegan todos los días nuevas gentes que no tienen conciencia de nada. La mayor parte de los zacatecanos viejos, que somos pocos en comparación con la gente nueva, todos tenemos conciencia y deseos de cooperar. La gente nueva, algunos se convencen, otros presentan algunas pequeñas batallas que tenemos que ganar, pero en realidad tenemos un ambiente favorable. El interés del bolsillo es la fuerza más grande que hay que vencer; mientras el interés de la ciudad no se contrapone con el personal de la gente, no hay problema. Pero ahora ya tenemos un pequeño grupo de jóvenes que están tomando la estafeta para seguir la batalla. Como a los viejos ya no nos queda mucho tiempo por delante, habrá otros como usted y ellos que seguirán esa lucha que nunca se acaba. Siempre hay enfermedades recurrentes como la viruela; así también en la conservación de monumentos tenemos enemigos nuevos que se incrementan. Nuestra ley, como le señalaba antes, hace poco se modificó: puede considerarse como perfecta para llevar las necesidades de un ámbito reducido en el contexto nacional y mundial como es Zacatecas. Pero los tiempos tendrán que cambiarla conforme se vayan presentando nuevas necesidades y problemas.

-¿Existe algún recelo por parte de ustedes para incorporar a Zacatecas en la Lista del Patrimonio Mundial?

-No señor, no hay ninguno. Hay recelo para incorporarla al régimen federal. La declaratoria de Zacatecas como parte del patrimonio mundial será sin duda favorable, de hecho estamos trabajando con un equipo encabezado por el arquitecto Raúl Toledo Farías, presidente de la Junta de Monumentos, para allegarnos todos los materiales necesarios y hacer la solicitud correspondiente.

-Para finalizar, ¿cree usted que la nueva Comisión para la Preservación del Patrimonio Cultural realmente ayudará a encauzar la salvaguarda del patrimonio nacional?

-Mire usted, las leyes y las comisiones y reuniones de personas son tan eficientes como quieran los dirigentes de las mismas. Si el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Comisión misma tienen un apoyo legal y efectivo por parte de las autoridades nacionales y locales, el futuro puede ser inmenso, puede cambiar hasta donde sea posible la imagen deplorable de nuestras ciudades. El problema mayor para las ciudades históricas de México tiene cuatro vertientes: el control de la publicidad; el control de los vendedores ambulantes; el control de la construcción (el más difícil de todos); y la disposición formal, definitiva, de todas las autoridades. Si los tres primeros casos fueran controlados, se tendrían magníficos resultados. No podrá hacerse una reversión total del problema porque hay cosas inservibles, pero todavía queda mucho por hacer. Se debe salvar todo lo que ahora existe y puede mejorarse la imagen urbana de las ciudades en un porcentaje muy importante para bien de México, no sólo por el aumento del turismo, sino porque la actitud de los mismos mexicanos cambiaría respecto de la conservación de su patria.

Ó DR. 1989.

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