La Jornada
Carlos Camacho (Corresponsal)
Pachuca, Hgo., 11 de mayo. El crecimiento de la mancha urbana de la zona metropolitana de Pachuca ha devorado cinco hectáreas de zonas naturales, donde dos inmobiliarias han construido zonas habitacionales con la complacencia de los gobiernos federal y estatal, informaron integrantes del Comité de Vecinos del Fraccionamiento El Roble.
Los colonos se quejaron de que las constructoras Naremi y Herol, que han edificado fraccionamientos en los límites de Pachuca con Mineral de la Reforma, arrasaron con diversas especies de flora y fauna.
Otros asentamientos como El Roble, Privadas de Virreyes II, San Jaime y San José, han contribuido al deterioro de zonas protegidas, con la anuencia del Consejo Estatal de Ecología (en Hidalgo no hay secretaría de medio ambiente ni de ecología) y de instancias federales como la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).
Los vecinos señalaron que junto a los nuevos fraccionamientos se ubica el casco del rancho San José, construido en 1850 y que fue propiedad de Jesús Aguilar, quien lo heredó a su esposa Susana Arellano, que a su vez lo vendió al gobierno estatal, en la administración de Guillermo Rossell de la Lama, con el propósito de conservarlo por su valor histórico.
Pero Rossell de la Lama cedió la propiedad al Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo del Estado de Hidalgo para la construcción de viviendas para sus agremiados.
“Entonces comenzó la devastación en esta zona”, dijo uno de los integrantes del Comité de Vecinos de El Roble, quienes realizaron un recorrido, acompañados del biólogo Hugo Galindo Pérez, por la zona que debió protegerse y hoy está convertida en un gigantesco depósito de basura donde prolifera la fauna nociva.
En esta zona, sostuvo el biólogo, hay 27 especies de plantas clasificadas dentro de la norma oficial mexicana 57, todas amenazadas por la mancha urbana. También hay liebres, tuzos, conejos, cardenales, búhos, palomas y halcones, algunos en peligro de extinción.
Los vecinos dieron a conocer que el sindicato de burócratas “ya hasta tiene los nombres de las calles, aún inexistentes”.
Las constructoras acondicionaron un pequeño jardín, en el que sembraron nopales y cardos “para que nos calláramos, pero eso es una burla”, se quejaron los colonos.
El 28 de marzo de 1994 se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto que ordena realizar estudios para el fomento, desarrollo y conservación de áreas naturales protegidas, entre ellas el cerro de El Lobo, Las Brujas, Cubitos, Nopancalco y El Venado.
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