sábado, 21 de febrero de 2009

La verdad

REFORMA
Felipe Díaz Garza
21 Feb. 09

Hace poco menos de un mes que el presidente Felipe Calderón dijo en Davos que necesitaba una estrategia muy fuerte de relaciones públicas para cambiar la percepción que sobre México se tiene en algunos círculos de Estados Unidos. Aludía a un documento del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, que diagnosticó que "el gobierno (de México), sus políticos, la policía y la infraestructura judicial están bajo asalto sostenido y presión por las bandas criminales y cárteles de la droga". El reporte incluyó a México en el apartado "Estados débiles y fallidos".

Con su estrategia muy fuerte de relaciones públicas, el Presidente respondía también a la revista Forbes que, en su edición de diciembre, pronosticó para México una crisis de cero crecimiento económico, generada por la inseguridad, el derrumbe de los petroprecios y la recesión estadounidense: "El clima de miedo está paralizando la vida económica", señaló la publicación.

Le escribí de esto hace tres sábados. Regresé sobre el tema porque, sin duda siguiendo la línea argumental del novedoso método del presidente Calderón, el secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, reconoció esta semana que: "Hay un deterioro de la imagen de nuestro país en el exterior...", sí, pero según el mismo célebre "Negro" Elizondo "... se debe, básicamente, a la insistencia de algunos medios de comunicación de darle mucha importancia a todo lo que sucede en el país en materia de crimen organizado, el narcotráfico, y esto ha ayudado a que la imagen de México en el exterior se deteriore".

Curiosamente otro empleado directo del presidente Calderón, su secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, dijo también esta semana que: "El problema (del crimen organizado) es un problema serio, tan serio que le tuvimos que entrar; lo más fácil era dejarlo, como dice mucha gente, dejarlo en el estatus en el que estaba, y sí te puedo asegurar que el siguiente presidente de la República sería un narcotraficante". Lo anterior fue dicho con todas sus letras por el secretario en un desayuno con la comunidad mexicana en la Embajada de México en París.

Empujado por la presión de los narcos contra el Ejército, expresada agresivamente con una campaña de desprestigio contra el instituto armado, a través de bloqueos viales que tienen desquiciada a la ciudad de Monterrey, el presidente Calderón reaccionó al problema de relaciones públicas yéndose a celebrar nacionalmente el Día del Ejército en la capital nuevoleonesa. Allí, como si el problema sí existiese, honró a los soldados caídos en la lucha contra los narcos y advirtió que el Ejército no se retirará de las calles hasta que prevalezca el Estado de derecho en el país.

La advertencia presidencial se dirigió a: "Quienes han visto así afectados sus intereses, quienes se percatan de que su actuar impune se ha topado con la acción decidida del gobierno federal y las Fuerzas Armadas, quienes ven con preocupación en esa acción la merma operacional, logística y financiera de su estructura criminal, han pretendido provocar el repliegue del Ejército Mexicano y del gobierno, fieles a su condición de cobardes, han utilizado incluso mujeres y niños para sus mezquinos propósitos", señaló Calderón con evidente indignación.

¿En qué quedamos, pues? Primero, el Presidente propone que la violencia criminal desatada por la narcodelincuencia es tan sólo una percepción extranjera que una campaña fuerte de relaciones públicas o una copa con el señor Forbes puede cambiar. "El Negro" también propone que la ola de violencia, que incluye ejecuciones, secuestros, decapitados y "manifestaciones" para que el Ejército se retire de sus labores contra el narco, es un complot de los medios de comunicación, Forbes seguramente incluida, para proyectar una mala imagen de México en el extranjero. Y luego el secretario de Economía dispone que, si no paramos a los delincuentes, un narco sería el próximo Presidente, pues ya son un Estado dentro del Estado.

Ni usted ni yo, que andamos en la calle, tenemos la menor duda de que la inseguridad, la violencia criminal y el miedo se han aposentado en las casas, las calles y los caminos de este país. Los muertos de la semana pasada en Tabasco, Chihuahua, Jalisco, Nuevo León y Tamaulipas no son una cuestión de percepción alarmista de los medios ni nada que se pueda solucionar con una campaña muy fuerte de relaciones públicas dirigida al Pentágono. Ni siquiera sirve para nada un discurso fuerte y emotivo como el del presidente Calderón del jueves en Nuevo León, en el que, más dramática que efectivamente, calificó a los delincuentes organizados como cobardes que "han utilizado incluso mujeres y niños para sus mezquinos propósitos".

Precisamente porque esta gente nos está utilizando efectivamente a todos, no sólo a mujeres y niños, para sus criminales propósitos, es que es inadmisible que nuestras autoridades anden dando palos de ciego, contradiciéndose unos a otros, combatiendo el horror con el error mortal de su negación y con el simplismo brutalmente pueril del que le hablé aquí el 31 de enero, con el que Calderón enfoca los temas de seguridad con la estrategia de manos húmedas o con dramáticas invectivas en las que acusa de cobardes a quienes es claro que no lo son, ¡bueno fuera!, pues así los asustados serían ellos y no usted y yo.

Queremos saber la verdad, pero una sola y consistente verdad, aunque sea una mala noticia. La verdad, tan sólo la verdad, por dura que sea.


Correo electrónico: diazgarza@gmail.com

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