REFORMA
Roberto Zamarripa
16 Feb. 09
La Corte perdona a Enrique Peña y demás responsables políticos de un operativo que califica como violatorio de los derechos humanos pero que carece de violadores. El IFE antes que aplicar la ley pide disculpas a las televisoras por la inoculación del virus de la desconfianza en la elección.
¿Son o se parecen?
En la sección "Cartas del lector" (Reforma, 13/02/09) escribió José E. Bermúdez de Oaxaca, Oaxaca: "México vive niveles de impunidad jamás vistos. En el caso de Atenco, esperábamos escuchar de la SCJN que se condenara el abuso del poder y la venganza y que hubiera un castigo para Enrique Peña Nieto y/o Medina Mora; pero vemos que a las autoridades y jueces todavía les da miedo castigar a los peces gordos, y precisamente por esto es que se vive la delincuencia y la impunidad a flor de piel.
"No esperen las 'instituciones' que todo sea miel sobre hojuelas. La impunidad galopante seguirá, y a los ciudadanos 'de a pie' no nos va a quedar otra más que actuar por cuenta propia viendo tales niveles de impunidad de los poderosos. En fin, el México bárbaro está por volver".
Siembra sentencias y cosecharás candidaturas... y también tempestades.
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El crimen organizado tortura y mata a un general de Brigada en Quintana Roo y en Monterrey desata en la calle una revuelta de tapados contra los operativos militares. Es liberada la señorita Sinaloa eximida de vínculos con el narco pero días después aparecen degolladas dos modelos, como ella, en la Ciudad de México. En Villa Ahumada, Chihuahua -poblado nudo de los caminos de trasiego de droga, autos robados y migrantes- el Ejército se bate con sicarios en medio de la nieve: 21 muertos. El viernes 13, en otro enfrentamiento mueren tres sicarios más. Son 24 muertos en 100 horas. Y en el Trópico de Macuspana un comando ametralla a seis niños, cuatro mujeres, un vendedor ambulante y un agente ministerial.
Difícilmente esas matazones corresponden al discurso de una violencia desesperada que surge por el acorralamiento de la mafia. No, porque no disminuye el poder de fuego sino escala su operación en el uso de armamento, en el desafío a la autoridad, en el aniquilamiento de sus rivales, en el descabezamiento de uniformados.
Escala en logística, en discurso y en organización.
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Los certificados de impunidad se reparten ya sea para sepultar las venganzas de Estado o para redimir a los concesionarios de la televisión. Así, el gobierno puede ejercerse con abusos e incluso revanchas contra opositores, pueden asesinarse activistas y dejar caer el peso de un siglo de cárcel contra los revoltosos sin límite.
Si ése es el mensaje, cualquiera seguirá burlándose de la ley. Desde los mismos macheteros de Atenco -o lo que queda de ellos-, sus gobernantes, hasta los concesionarios de la televisión que tras la provocación y el daño causado son recompensados por la autoridad electoral.
La impunidad infecta los procesos democráticos. La manera en que las televisoras pervirtieron la elección intermedia de este año no tiene reversa. Las elecciones estarán dictadas por un poder fáctico antes que por el poder ciudadano. Habrá que votar para salir en la tele y si no tienen tele, como decía el payaso, llevan las de perder.
El "Usted disculpe" del IFE a las televisoras es una rendición anticipada. Los consejeros electorales han dicho que son incapaces de aplicar la ley. Si es así, mejor renuncien.
En medio de la tormenta, salen con sus brazos en alto el monopolio de las televisoras y su candidato preferido. Un tapado impune y una pírrica victoria en el mejor estilo: con la ayuda del árbitro.
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La rebelión de los tapados en Monterrey toma el pulso de las debilidades institucionales, cosecha en el campo de la impunidad. Los muchachos embozados (provenientes de colonias marginales) tienen patrocinio, tiempo de duración de sus protestas y facilidades en barandilla.
Los bloqueos suceden en plena hora pico y en venas claves de la urbe regiomontana. Suceden al momento que transmiten en vivo los noticiarios locales de la radio y la televisión.
Las policías locales miran pero no aprietan. Ninguna de las cartulinas de los tapados acusa a los policías ni municipales, ni estatales ni federales de abusos. Sus dardos van contra el Ejército. De bloqueos inocentes han pasado a las barricadas, los asaltos a camiones y el lanzamiento de petardos.
Los pagos de 500 o mil pesos por protesta, la entrega de útiles escolares y dinero a madres de familia, la repartición de motonetas para muchachos líderes, son incentivos similares a la tradicional compra de voto ciudadano que hacen los partidos políticos en las colonias marginales. Ambos prometen protección. Pero hoy la ley del diputado no parece ser tan efectiva como la del sicario.
El crimen funda su rebelión civil en la cosecha de las ausencias institucionales, las impunidades repartidas, la desesperanza de la joven generación y la incertidumbre económica en sus comunidades.
No es catástrofe. Es la realidad.
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Los tapados son impunes y andan sueltos.
Correo electrónico: tolvanera06@yahoo.com.mx
lunes, 16 de febrero de 2009
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