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Correo
Ricardo Torres Origel
Domingo, 13 de Mayo de 2007
El viernes de la semana pasada, por la tarde, recibí en mi correo electrónico -que si no lo abro ni cuenta me doy- una invitación del gobierno del estado para participar (como convidado de piedra, claro), en el evento que se llevaría a cabo el lunes siguiente en Guanajuato capital, de la firma del convenio de colaboración entre el Infonavit, el Fondo Nacional de Vivienda y el Instituto de Vivienda del Estado de Guanajuato para iniciar una "Gran Cruzada", como se tituló al evento, que impulse la promoción y el desarrollo de la vivienda en nuestro estado, principalmente como se dijo, para trabajadores con bajos ingresos económicos, y por la importancia del evento confirmé mi asistencia para después viajar por tierra a la Gran Tenochtitlán, o sea, el DF.
Después de algunos tropiezos protocolarios por parte de los organizadores, porque por ahí algún descortés o malintencionado funcionario gubernamental de tercer nivel decidió que un servidor no tenía lugar en el presídium, aunque finalmente pudieron acomodarme en él, y se desarrolló el evento sin mayores sobresaltos.
Como datos interesantes, se señaló que esta alianza vendrá a favorecer en este sexenio a 600 mil guanajuatenses con la entrega de 142 mil 665 créditos. Y fue entonces cuando el gobernador Juan Manuel Oliva, en su mensaje destacó que estas viviendas vendrán a fortalecer el desarrollo de la familia, en la cual el gobierno del estado sustenta su Plan de Gobierno 2006-2012. Con esa afirmación, vino a mi mente mi participación en algunos eventos gubernamentales, en los cuales a los ciudadanos se les entregaron escrituras o casas de interés social, por medio de los diferentes programas que existen para ello.
Qué satisfacción uno siente, cuando observa la felicidad y tranquilidad, cuando un padre de familia recibe sus escrituras o las llaves de su nuevo hogar, sabiéndose de contar con un patrimonio que viene a motivar aún más, el trabajo y esfuerzo que realiza día con día para sacar a delante a su familia. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, hoy en día con preocupación vemos cómo las familias se desintegran por problemas como el alcoholismo, la drogadicción, la violencia intrafamiliar y lo más lamentable, el suicidio.
¿Qué esta pasando? ¿Por qué se ha perdido el valor fundamental de la vida?; sin duda estas preguntas pueden ser respondidas por diversos factores; pero no se requiere gran ciencia para entender que los integrantes de una familia, deben de contar con los elementos mínimos indispensables para tener un sano desarrollo y, claro que el contar con una vivienda digna es uno de ellos.
Imagínese usted que con la legislación actual, se puede construir como vivienda, lo que se llama "pié de casa", que no es más que un cuarto de cuatro por cuatro, yo diría que efectivamente es sólo el pie y que le falta el resto del cuerpo, porque dicen que de ahí el que la adquiere podría ampliarla "a su gusto"; varios desarrolladores de vivienda, lo que construyen son "palomares" por el tamaño de las casas; imagínense vivir en una casa de 42 metros cuadrados a 5 personas, o en su caso a más, estas micro viviendas, aunado a otros factores, fomentan el hacinamiento y propician el desarrollo de los graves problemas sociales que en la actualidad vivimos.
Si aquí le añadimos que una familia que tenga tres hijos no dispone en casa de espacios dignos y suficientes para la convivencia, lo que viene a ocurrir es que las criaturas tendrán que pasar buen rato en la calle y pues bueno, lo demás ya se lo imaginan mis estimados lectores. La vivienda no es un hogar, es un palomar donde se va a dormir y no a convivir.
De igual forma, es fundamental que se respeten las áreas de donación, ya que en algunos casos son permutadas por los municipios, ya que estos según el articulo 73 de la Ley de Fraccionamientos del Estado de Guanajuato, pueden llevar a cabo este proceso, otorgando hasta el 50 por ciento del total de las áreas de donación, cuando "exista" la dotación "suficiente" de equipamiento urbano en el fraccionamiento, con la condición que se construyan más viviendas (y aquí me pregunto ¿Quién gana?) y no creo que sean las familias que viven en estos lugares, las cuales requieren mayores espacios para realizar actividades deportivas, de esparcimiento y de convivencia que son esenciales para el sano desarrollo de sus seres queridos, con la consecuente merma de las reservas territoriales municipales para la instalación de servicios públicos.
Es fundamental que los legisladores locales, dicho con todo respeto, (o sea, mis amigos, los diputados locales) revisen y en su caso modifiquen la Ley de Fraccionamientos del Estado de Guanajuato y sus municipios para llevar a cabo las reformas necesarias que establezcan los espacios adecuados y dignos de las viviendas en beneficio de las familias que hacen un gran esfuerzo en tener un patrimonio.
De igual forma sería importante que se obligara a los fraccionadores, como sucede en algunos estados, a dejar construido equipamiento urbano como escuelas o mercados en función del total de viviendas edificadas o potenciales en el fraccionamiento, acabar con la especulación que encarece la tierra, y buscar alternativas innovadoras a fin de que los desarrolladores que participan de los programas gubernamentales de vivienda no vean en éstos solamente la oportunidad para hacer negocio, sino para construir hogares que hagan de ellos los centros de desarrollo familiar y humano que mejoren la calidad de vida de sus integrantes. Seguramente, menos problemas sociales tendríamos todos. Que así sea...
www.ricardotorresorigel.org.mx
ricardo.torres@pan.senado.gob.mx
domingo, 13 de mayo de 2007
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