Reforma
Tomás Calvillo
25 Nov. 08
Hace 50 años un puñado de profesionistas vinculados en su mayoría a la Escuela de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí emprendió una batalla singular que al paso de las décadas repercutiría en los cambios democráticos de nuestro país.
San Luis Potosí vivió durante el periodo posrevolucionario la experiencia de dos de los más emblemáticos cacicazgos de México; el de Saturnino Cedillo y el de Gonzalo N. Santos.
En la década de los cincuenta, dentro de la universidad potosina se gestó un movimiento autónomo que encabezó su rector el doctor Manuel Nava, quien evitó que el "jefe máximo" de la entidad impusiera su voluntad en el ámbito universitario.
En 1957, el gran elector designó a Adolfo López Mateos como candidato del PRI para la Presidencia de la República, alrededor de su postulación surgió una disidencia al interior del PRI potosino que vio la oportunidad de enfrentarse al cacique Gonzalo N. Santos disputándole las candidaturas a las alcaldías.
No tardaron en unirse esas emergentes fuerzas políticas. Los profesores y alumnos que habían apoyado al rector Manuel Nava decidieron ingresar al PRI para dar la batalla desde su interior, organizando el Frente de Profesionistas e Intelectuales de San Luis Potosí perteneciente a la CNOP, que dirigían Luis Vázquez Campos y Ernesto Gallardo y cuya amistad con el profesor Ramón Alcorta, cercano colaborador del rector Nava, sirvió de conducto para que esos universitarios pasaran a la plaza pública. Ex santistas y priistas potosinos adversarios de Santos, como Ignacio Gómez del Campo y el ministro de la Suprema Corte Franco Carreño, organizaron el Frente Reivindicador de la Ciudadanía Potosina vinculado a la CROC. A ellos se sumó la Alianza Cívica, dirigida por José de la Cruz, quien representaba a los agraristas cedillistas que habían sido derrotados por las fuerzas federales a fines de los años treinta. Por primera vez el todopoderoso de la vida política potosina tuvo que enfrentar una oposición que creció con suma rapidez en el seno de su partido del que se consideraba su dueño indiscutible.
Los tres grupos formaron la Unión Cívica y abanderaron en San Luis Potosí la candidatura de Adolfo López Mateos, a quien se atribuía un pasado vasconcelista con el que se identificaban los universitarios. La contienda electoral se cargó de simbolismo.
El Frente de Profesionistas e Intelectuales se concentró en la lucha por el municipio de la capital potosina. Sus miembros eligieron al doctor Salvador Nava, oftalmólogo, hermano menor del rector de la UASLP, como el candidato para ser presidente municipal. Los otros dos grupos se dividieron el estado. El Frente de Profesionistas sumó a dos fuerzas políticas más, ajenas y contrarias al mismo PRI, el Partido Comunista y la Unión Nacional Sinarquista.
El control del cacique Santos sobre el PRI local impidió que la disidencia prosperara; sin romper con dicho partido, la Unión Cívica prosiguió su campaña de forma independiente. En la ciudad de San Luis Potosí emergió una inédita insurgencia cívica. Obreros, mineros, electricistas, textileros, ferrocarrileros y clases medias se identificaron con el doctor Salvador Nava y su candidatura, junto con él estaban médicos que también llevaban años atendiendo a su comunidad, en una época en la que todavía no se establecía el seguro social. Así que esos recién llegados a la política ya eran viejos conocidos.
El 20 de noviembre el grupo universitario Germán del Campo participó en el desfile conmemorativo y a una señal de su tabla gimnástica se soltó una hueviza que hizo huir al gobernador Manuel Álvarez, incondicional del cacique, hasta la Ciudad de México, para ya no volver más. El estado se quedó sin gobierno y con una movilización popular que exigía el respeto al voto ciudadano. En el mes de diciembre de 1958, la Federación reconoció el triunfo de Salvador Nava como nuevo presidente municipal de San Luis Potosí.
Tres años después esos luchadores cívicos serían reprimidos y trasladados al Campo Militar Número 1 de la Ciudad de México por haber pretendido repetir esa hazaña cuando el doctor Salvador Nava se postuló de forma independiente a la gubernatura del estado. Esos miles de hombres y mujeres potosinos experimentaron al Estado autoritario incapaz de entender el latido democrático de un sociedad regional que se adelantó a su tiempo. Aislados del país por una represión que estrenó lo que se vivió 7 años después en la Ciudad de México, en Tlatelolco, fueron ellos y siguen siéndolo, los ciudadanos.
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