Por Karla Ramírez
Reforma
(26-May-2008).-
Robert y Margarita McClarins, jubilados de California, eligieron a México para adquirir una segunda vivienda de 325 mil dólares, sólo tenían una condición: no querían sol y mar, sino una auténtica comunidad de retiro.
En los últimos tres años, San Miguel de Allende, Morelia, Pátzcuaro, Hidalgo, Tequila, en Jalisco, Ajijic, en el Lago de Chapala y Valle de Guadalupe, en Baja California han creado "Ciudades para jubilados".
Según proyecciones de las empresas, en estos destinos hay 5 mil propiedades y el potencial es que se edifique el doble en 2 años.
Un estudio del mercado inmobiliario realizado por BBVA Bancomer establece que un millón de "baby boomers" o jubilados de EU ya viven en el País, de los cuales 15 por ciento adquirió una residencia en ciudades, donde buscan tranquilidad, buena comida, paseos y atención médica.
La española Fadesa busca captar a compradores retirados de Estados Unidos con un proyecto en San Miguel de Allende denominado "Santa Margarita Hacienda Residencial", que consta de 28.8 hectáreas con 198 residencias, un hotel-boutique de 100 habitaciones, spa, casa club, entre otras amenidades.
La inversión será de 70 millones de dólares.
De acuerdo con desarrolladores de la zona, el precio de la tierra en este lugar pasó en los últimos tres años, de mil 800 a 4 mil dólares, a la altura de las propiedades de Cancún.
La firma Active Living International (ALI) que con la española Sensara Partners construyen una comunidad de retirados en Puerto Vallarta, ya sondean algunas ciudades.
"No todos los 'baby boomers' quieren sol y mar, algunos buscan otro tipo de viviendas, más coloniales, cercanas a algún centro médico, por eso, estamos buscando terrenos en ciudades", confirmó David Collins, presidente y fundador de ALI.
De una muestra de 10 destinos paradisiacos para retirarse, los "baby boomers" eligieron este año a México por su accesibilidad y precio, según el "Índice de Retiro Mundial".
Una economía de servidumbre
ResponderBorrarjueves, 05 de junio de 2008
Juan José Morales
Escrutinio
De ser un destino hotelero, Cancún está convirtiéndose en un destino para pensionados y jubilados norteamericanos. En lugar de hoteles, se construye cada vez mayor número de condominios y residencias destinadas a ese tipo de personas. Incluso, algunos antiguos hoteles están transformándose en unidades condominales, y se hacen planes para construir enormes conjuntos habitacionales -verdaderas ciudades en pequeño-, como Monarch Cancun, de la cual hablamos recientemente en esta columna y que según sus promotores constará de ocho mil viviendas de lujo, que por sus características y precio serán exclusivas para norteamericanos, quienes vivirán aislados de los nativos.
Hay quienes dicen que este tipo de desarrollo es muy conveniente, porque significa canalizar hacia México cuantiosas inversiones inmobiliarias y que además el hecho de que tantos estadounidenses se trasladen a nuestro país para vivir permanentemente o por largas temporadas, significará una importante derrama económica constante, puesto que estarán arraigados, y de este modo se podrá crear más empleos en el sector de servicios.
No comparto esos puntos de vista. Por lo contrario, creo que convertir a México en residencia de pensionados y jubilados extranjeros tendrá consecuencias muy negativas en todos los órdenes.
Por principio de cuentas, habrá una severa distorsión en el desarrollo económico y en la estructura social. Los empleos que de esa manera se creen serán esencialmente de sirvientas, jardineros, mozos y otros trabajadores domésticos similares. Será algo peor de lo que ya ocurre en la industria hotelera, donde pese a que hay mayor diversificación de empleos, los altos y medianos puestos directivos los ocupan extranjeros, en tanto que a los mexicanos se les reservan los puestos de más baja categoría.
Por otro lado, es de esperar un aumento generalizado de precios de bienes y servicios debido a la demanda creada por los jubilados y pensionados, con su mayor poder adquisitivo.
Es igualmente preocupante la posibilidad de que se formen en distintos puntos del territorio nacional -y concretamente en los estados peninsulares- verdaderos enclaves extranjeros que si bien formalmente estarán sujetos a las leyes mexicanas, en la práctica gozarán de trato especial, pues ya sabemos que a nuestras autoridades lo único que parece preocuparles es dar facilidades a la inversión extranjera y para ello no titubean en conceder autorizaciones especiales o hacerse de la vista gorda ante las violaciones a leyes y reglamentos.
Sobre este tema hay que recordar que hace algún tiempo alguien sugirió que Cuba, además de fomentar el turismo, debía permitir a ciudadanos extranjeros jubilados y pensionados adquirir viviendas en la isla y darles facilidades para establecerse como residentes permanentes. Los argumentos a favor de esa propuesta fueron también que de ese modo se estimularía la industria de la construcción, se crearían empleos y se tendría un considerable flujo de divisas. Pero la idea fue tajantemente rechazada por Fidel Castro, quien señaló lo que mencionamos líneas arriba. Es decir, que con una política de ese tipo, Cuba se convertiría en un simple proveedor de sirvientes.
Estoy enteramente de acuerdo con Fidel. Creo que debemos aspirar a un verdadero desarrollo económico, con una economía diversificada, que ofrezca a las nuevas generaciones de mexicanos mucho más que la posibilidad de ser barrenderos, lavaplatos, cocineros, jardineros y en general -como diría Vicente Fox- hacer los trabajos que ni los negros quieren hacer.